El temor que embargaba a los científicos refugiados en Estados Unidos durante la segunda guerra mundial, respecto a las investigaciones llevadas a cabo en Alemania en torno a la fisión nuclear, que podían resultar en una arma de destrucción masiva jamás imaginada hasta ese entonces en los enfrentamientos bélicos en la historia de la humanidad, llevo a Albert Einstein, en nombre de todos los científicos refugiados a advertir al presidente Franklin D Roosevelt sobre la importancia de ampliar las investigaciones sobre esta energía para desarrollarla antes que Alemania.
Entre dudas y reticencias, el tiempo paso. Entre tanto, los ensayos e investigaciones nucleares habían proseguido.
Al producirse el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos tomo un papel preponderante, interviniendo en la guerra mundial, lo que apresuro la decisión.
En agosto de 1942 se llego a un acuerdo para aunar esfuerzos entre el gobierno americano y británico a fin de comunicarse sus investigaciones.
El ejército le dio prioridad absoluta, acelerando, coordinando y recabando cuantos recursos fueran necesarios para realizar un proyecto que fue catalogado con el nombre de Manhattan.
El general Leslie Groves puso la conducción administrativa del proyecto en manos de corporaciones como la Dupont y Kellogs Corporation y puso en marcha la construcción de una planta para producir material fisible. En octubre de 1942, Groves nombró al científico Julius Oppenheimer, un profesor de física de la Universidad de California en Berkeley, para dirigir a un grupo de científicos europeos inmigrantes, que se dedicarían a tiempo completo a la fabricación de la bomba atómica y decidieron instalar los laboratorios en el desierto de Los Álamos, en el estado de Nuevo México. Ese año, Enrico Fermi logró construir un reactor atómico experimental, llamado Chicago Pile 1, con lo que EEUU daba un importantísimo paso en la carrera nuclear.
Al mando del general Groves, el proyecto logro el objetivo planteado. Fabricar la primera bomba atómica.
“En julio de 1945, todo estaba listo para la gran prueba. En Los Álamos se hallaban Oppenheimer, Bohr, Fermi, Bethe, Lawrence, Frisch; toda la plana mayor de los sabios nucleares. El día 16, a las dos de la madrugada, las personas que debían intervenir en la primera prueba estaban en sus puestos a varios kilómetros del punto cero. Se fijó la hora H para las 5 de la madrugada. A las 5.30, una luz blanca, radiante, mucho más brillante que el sol del mediodía, iluminó el desierto, las montañas en la lejanía”.
Referencias:http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/armamento/manhattan.html
Entre dudas y reticencias, el tiempo paso. Entre tanto, los ensayos e investigaciones nucleares habían proseguido.
Al producirse el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos tomo un papel preponderante, interviniendo en la guerra mundial, lo que apresuro la decisión.
En agosto de 1942 se llego a un acuerdo para aunar esfuerzos entre el gobierno americano y británico a fin de comunicarse sus investigaciones.
El ejército le dio prioridad absoluta, acelerando, coordinando y recabando cuantos recursos fueran necesarios para realizar un proyecto que fue catalogado con el nombre de Manhattan.
El general Leslie Groves puso la conducción administrativa del proyecto en manos de corporaciones como la Dupont y Kellogs Corporation y puso en marcha la construcción de una planta para producir material fisible. En octubre de 1942, Groves nombró al científico Julius Oppenheimer, un profesor de física de la Universidad de California en Berkeley, para dirigir a un grupo de científicos europeos inmigrantes, que se dedicarían a tiempo completo a la fabricación de la bomba atómica y decidieron instalar los laboratorios en el desierto de Los Álamos, en el estado de Nuevo México. Ese año, Enrico Fermi logró construir un reactor atómico experimental, llamado Chicago Pile 1, con lo que EEUU daba un importantísimo paso en la carrera nuclear.
Al mando del general Groves, el proyecto logro el objetivo planteado. Fabricar la primera bomba atómica.
“En julio de 1945, todo estaba listo para la gran prueba. En Los Álamos se hallaban Oppenheimer, Bohr, Fermi, Bethe, Lawrence, Frisch; toda la plana mayor de los sabios nucleares. El día 16, a las dos de la madrugada, las personas que debían intervenir en la primera prueba estaban en sus puestos a varios kilómetros del punto cero. Se fijó la hora H para las 5 de la madrugada. A las 5.30, una luz blanca, radiante, mucho más brillante que el sol del mediodía, iluminó el desierto, las montañas en la lejanía”.
Referencias:http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/armamento/manhattan.html
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